Por: Antonio Vargas, abogado
Lo prudente es que en este momento la tensión hubiese bajado y al contrario se agravan con hechos como este que, son el resultado de la desesperación y frustración, es el momento que, los que toman decisión asuman su responsabilidad escuchen al pueblo y tomen medidas que contribuyan a la paz social de no tener esa capacidad en corto plazo la sociedad se abocaría a momentos de crisis e incertidumbre.Estos funcionarios no tienen idea lo que es tratar con el pueblo, son arrogantes y torpes, sus acciones son propias del que se siente superior por el espejismo del poder momentáneo que le inspira el puesto de decisión administrativa; el cual no saben cómo utilizar, porque es imposible comprender que su misión es responder a las mayorías menos favorecidas y dejar de lado ínfulas de grandeza, impropias del que tiene conciencia de servicio en favor de los ciudadanos.
La muestra de buena fe de parte de los hermanos originarios dada en la mesa única de diálogo al brindarle al equipo de gobierno la dieta diaria del pueblo panameño es un mensaje profundo y cargado de un significado de realidad que fue despreciado por los semidioses del olimpo representantes del ejecutivo, quienes se ofendieron por lo que consideraron una falta de respeto; pero la ciudadanía que fue testigo del acto despreciativo, censuro a los burócratas y reconoció con sabiduría popular, el significado del gesto y mensaje enviado por nuestros hermanos que tienen como sustento principal, la realidad de sus hábitos alimenticios por no tener otra opción.
La estruendosa entrada en escena, del sector privado denunciando la mesa de diálogo por querer supuestamente cambiar el sistema económico, es menos que una ridiculez, si no fueran tan graves las implicaciones de semejante manifestación de atraso y mezquindad sobre todo porque, son los empresarios con sus oligopolios y sus desmedidos márgenes de ganancias y de acumulación, los responsables del hastío del pueblo en las calles, al momento que estos representantes de los empresarios solicitan entrar a la mesa de diálogo, buscando entorpecer sus alcances, sería otra forma de poner al gato a cuidar el queso; por lo que nadie dudaría en advertir que sería un fracaso de estas negociaciones; los actores del movimiento popular así lo entienden y saben que, eso no ocurrirá por el futuro del proceso y porque la ciudadanía en lucha, no lo permitirá; en este caso, sería interesante saber si, los empresarios estarían dispuestos a compartir el menú servido al gobierno por los hermanos originarios.
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