Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.
El estado, en el marco de las relaciones económicas capitalistas, no puede ser simplemente un instrumento para hacer viable la dominación de las élites económicas.
Un estado que, su esfera política, esta reducida a lo que ordenen y manden las corporaciones económicas del bloque dominante, está condenado a sufrir crisis recurrentes y cada vez más graves. Sus relaciones con la sociedad y el resto de las clases sociales, es nula. Un estado visto de esta perspectiva, adolece de factores mediadores, lo que lo lleva a estar expuesto a confrontaciones y choques permanentes.
Las oligarquías no entienden nada sobre mediaciones en el ejercicio del poder. Como lo escribí hace tiempo, llegan a ser capitalista por la fuerza, pero su pensar y hacer, está mediatizado por formas precapitalistas. Priorizan las relaciones de servidumbres y las trasladan al ejercicio del poder en el estado.
Por lo anterior, somos del criterio que la oligarquía es fuente para una sociedad inestable y desequilibrada en donde el desasosiego es el signo permanente.
Para verdaderas formas de dominación capitalistas, les resulta importante que el estado, políticamente se reserve grados de autonomía relativa frente a su poder y hegemonía. La visión meramente instrumentalista del estado, no le augura poder de reproducción y más en una formación económico – social, donde se agitan sectores y fuerzas contradictorias. Reiteramos esto es fuente de conflictos agudos y crisis.
Decir que un gobierno es de la empresa privada, es generador de conflictos y crisis. Es una visión corporativista y punto. En ese estado, solo cuentan ellos y punto.
En un régimen democrático, el estado debe ser un factor mediador de las contradicciones sociales, sean o no fundamentales.
Dios bendiga la patria
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