Juan Jované
De acuerdo a las estadísticas preliminares del Producto Interno Bruto del INEC durante el 2022 la economía panameña habría sobrepasado el nivel previo a la pandemia en 5.7%, lo que, en principio, pareciera mostrar que la reactivación en relación al 2019 estaría más que completada. Sin embargo, se trata de un fenómeno con importantes desigualdades y asimetrías, las cuales tienen un especial significado para entender la situación concreta en que se encuentra nuestra economía.
Existe un contraste muy claro entre la situación de la explotación de minas y canteras y la actividad de la construcción. Mientras que la actividad de la primera categoría de actividad económica logró en el 2022 un nivel de actividad superior en 179.6% al observado en el 2019, la situación fue distinta al de la construcción. En este último caso el nivel de actividad para el mercado fue inferior en 20.1% al que se registró en el 2019, en el caso de la producción para uso final propio la caída fue de 22.9%.
Otra categoría que en el 2022 mostró un nivel muy inferior al que se dio previo a la pandemia es la industria manufacturera, que en el 2022 logró un PIB inferior en 7.2% al registrado durante el 2019. La situación resulta aún más grave en el caso de los hoteles y restaurantes, dado que, en este caso, el PIB del 2022 resultó ser inferior en 32.7% al del 2019. También la actividad de enseñanza registró un nivel inferior a la del 2019 (10.8%)
Una característica básica del llamado proceso de reactivación de la economía panameña es que el mismo está lejos de resolver los problemas vinculados a la precariedad laboral. De acuerdo a las declaraciones del presidente de la república a finales de 2019 la tasa de desocupación alcanzó al 9.9% de la población económicamente activa, esto representa un nivel superior a la observada en el 2019 (7.1%) y, sobre todo, a la registrada en el 2018 (6.0%). La persistencia de la informalidad afectó 48.2% de la población ocupada en actividades no agropecuarias.
A diferencia de lo que piensan los voceros de los sectores económicamente dominantes, este problema está vinculado claramente a las características que ha tenido el llamado proceso de reactivación, la cual no está desligada del carácter estructural del estilo transitista – extractivista de la economía.
Para comenzar se debe señalar que una buena parte de la “reactivación” se ha debido al crecimiento de la minería a cielo abierto para la exportación, la que aportó el 33.4% del crecimiento del PIB entre el 2018 y el 2022. El problema está que no se trata de una actividad que genere un alto nivel de empleo por unidad de producto. De acuerdo al “análisis estructural de la economía panameña: el mercado laboral” de Minzer y Orozco (2017), las actividades de explotación de minas y canteras solo generan 3 trabajos directos y 7 indirectos por un aumento de un millón de balboas. Alto impacto ambiental con baja ocupación. Esto contrasta con las llamadas otras industrias manufactureras que generan 38 empleos directos y 8 indirectos por el mismo aumento en la demanda efectiva.
Otros casos de la falta de capacidad de generar empleo del estilo de desarrollo transitista – extractivistas están dados por la ACP y el transporte aéreo. En el primero de estos sectores solo se logran 3 empleos directos y 13 indirectos por cada millón de balboas de demanda efectiva adicional. En el segundo caso es el transporte aéreo con apenas 4 empleos directos y 2 indirectos. Existe un claro contraste con la construcción: 16 empleos directos y 8 indirectos.
Es urgente a un profundo cambio en del actual estilo de desarrollo del país
2 Hay varios Likes:) Gracias...