Realidad Nacional: El Ser Y El Deber Ser.       

Por Ramiro Guerra M.   

Abogado y cientista político. 

Diciembre de 2022.

 

Los análisis sobre la situación nacional y sus problemas abundan. Ya parecemos repetitivos. Sin embargo, estamos atascado en el camino hacia el deber ser; dar el salto hacia un ser cualitativamente distinto. Ni siquiera se ve en el horizonte lo que pudiera considerarse la luz al final del túnel.

Estamos sumergidos, en más de lo mismo.  Pasan los días y el mismo discurso. Informalidad, desempleo, pobreza, desigualdad, seguridad ciudadana, calles y carreteras en malas condiciones, crisis de la caja de seguro y el programa IVM, en una fase que orilla una enfermedad terminal, partidos electoreros, sin ideología y liderazgo que trasciendan a la sociedad como reales opciones para esos cambios de calidad arriba mencionado y que se requieren con urgencia para viabilizar una sociedad con elementales mínimos.

El vacío de liderazgo es evidente. Como escribí hace tiempo, escenarios como el descrito, se prestan para que charlatanes de circo, payasos, oportunistas se vendan como el hada madrina, con su varita mágica, que ellos son la solución. O que algún vestido de verde olivo, haga la diferencia, sea para mal o para bien.

El abanico de estos posibles escenarios no está por ahora a la vista. El azar y lo casual, no son más que contradicciones que no están a la vista o que, por falta de suficiente desarrollo, nos complican prever. No existe en rigor científico la calidad del reposo.

No se trata de un fatalismo político. Como dice la canción, ‘la vida a veces te da sorpresas’. Sabe qué, en algún lugar, se surten procesos hacia algo diferente.

El movimiento popular con el síndrome de la Montaña. Escribió Engels, partido pequeño burgués que cuando debía estar en las calles, estaba en la asamblea y cuando debía estar en la asamblea, estaba en las calles (a propósito de los denominados diálogos cuyos resultados no se cumplen).

No vemos nada que nos anuncie o de cuenta de un estado transicional, de un reverdecer de una conciencia de masa organizada, con alcances y propósitos claros y definido para atracar en buen puerto.

Las élites de poder y su estrategia de lo trivial y lumpen, tienen al país sumergido en una grave crisis de conciencia.  Ese es el nivel y lo de conciencia para sí, un desafío. El príncipe colectivo, al decir de Gramsci, brilla por su ausencia.

Tremendos retos y desafíos tienen hoy los denominados progresistas y revolucionarios. Ser minoría y constituirse en mayoría, he allí el gran desafío.

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