Por: Isis Jaén
En una ocasión estaba hablando de ése vestido con una hoy ex amiga y su mamá intervino reprochándome: «¿Y que sí se gasta mismo impuestos en ropa y lujos? ¡Yo lo apruebo!». Y por allí soltó una serie de argumentos que por respeto a su edad preferí guardar silencio.
En otra ocasión, un joven que quiero mucho y fue mi alumno, me hizo saber que votaría nuevamente por Martinelli, que ese era el hombre que rescataría al país, pese a los escándalos que todos conocemos.
Dos de los hombres que más admiro en la vida y quiero mucho, además de considerarlos sumamente inteligentes, me sorprendieron en las pasadas elecciones votando por Lombana y explicando sus motivos.
Luego me quedé pensando en que muchos de ustedes no entienden mi apoyo al FAD y me puse en el lugar de los demás. Apoyo al partido visando el futuro, no el presente. Las figuras son transitorias, pero apoyo el concepto de un gobierno donde la riqueza sea mejor distribuida que en los gobiernos de derecha que hemos tenido. Maribel Gordón, Fernando Cebamanos, William Hughes y muchos otros dentro del partido son mi norte.
Dando las explicaciones del caso, que por cierto, no me pidieron, cavilo hoy sobre los motivos de cada uno, los cuales no los hace malas personas porque son gente excelente.
¿Qué hace que al final del día la balanza se incline hacia un lado u otro candidato? No puedo descartar el dinero debajo y encima de la mesa que acaba prostituyendo el sistema electoral. No nos llamemos a engaño, el que paga la fiesta elige a los invitados. La pésima distribución del voto que ha favorecido a partidos como el PRD, que apuesta a una membresía fiel que acaba poniéndolos en el poder porque el voto de la oposición se divide. La mayoría del electorado votó contra el PRD y ese factor es de suma importancia.
La infiltración de la política en el narcotráfico y no al revés como pretenden vendernos las autoridades. Al no ser suficiente el dinero obtenido por la corrupción, han incursionado en «otros campos» más rentables que se benefician de las ventajas administrativas del poder para poder mover su mercancía con éxito y con menos tropiezos.
Y por último, la capitalización religiosa del voto. Señores, si en una iglesia, los miembros no tienen control del dinero donado por los fieles, ¿Cómo pretenden ustedes que esa gente haga un gobierno honorable? Por mucho que traigan aceite de la unción de los olivos de Israel y sabiendo que el bautismo en el agua del río Jordán está sobrevalorada en estos días…
Terminando esta reflexión, queda aún ventilar sobre esta juventud irresponsable, la que vemos bailando y bebiendo, sin guardar ningún tipo de distanciamiento ni usando mascarillas y luego uno piensa que la suerte está echada y que todo está perdido. Pero yo aún creo en la división del mar, en que el ciego puede ver y los lisiados caminar, pero sobre todo, que la tierra se abre y se traga a los enemigos del pueblo que son, la avaricia, las ansias de poder desmedido y la falta de temor de Dios.
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