El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Luis Carlos Guerra Abogado, Locutor, Politólogo.
Al Partido Revolucionario Democrático (PRD) le ha tocado una gobernanza difícil. El mundo se enfrentó a una pandemia cuyos efectos sobrepasaron los límites individuales de la salud mental hasta carcomer los cimientos económicos de los Estados. En este escenario lidiar con factores de vulnerabilidad social como dimensiones de pobreza, desempleo, inflación, entre muchas otras, requiere más allá de la tecnocracia, capacidad para tomar decisiones que lograran equilibrar el impacto de dichos eventos, asumiendo a su vez el alcance político electoral en la organización partidista.
No ha sido fácil asumir el peso de decisiones gubernamentales anteriores en las que estuvo ausente el PRD por más de 10 años, hemos tenido participación sí, pero en minorías, oponiéndonos a lo propio y apoyando lo necesario para no generar una debacle institucional en la gobernanza del País, ahora bien, no podemos excusarnos de no hacer en este periodo, sin embargo lo objetivo es que una política pública económica que procure beneficiar a todos los sectores de la nación no se construye en pocos meses o años.
La oposición de los otros partidos, quienes igualmente tienen cuota de participación real a través de funcionarios y diputados que se mantienen en el engranaje estatal, se ha vuelto más subjetiva que objetiva, atacan, critican, enjuician, reprochan y censuran en muchos casos las individualidades de la vida privada de los políticos y no, si el actuar político gubernamental de este contribuye a paliar los factores de riesgo de la población a la que representan.
El formar parte de un partido político tiene sus deberes y responsabilidades, en este sentido el actuar de quien es miembro de una organización debe responder a la expectativa de los demás miembros y a su vez a las esperanzas de una población que asume su participación como la mejor en defensa de los intereses colectivos.
El ambiente político electoral actual inquiere a la estructura político partidista PRD sintonía con la esperanza o desesperanza del electorado, sufrir, tolerar, resistir los efectos cíclicos de la toma de decisiones, todavía queda mucho por hacer, contribuir y construir con los miembros de experiencia, y con aquellos que mantienen la certidumbre de mejores días.
La estructura de delegados recién electa carga sobre si igualmente factores de descontento interno, totalmente justificables, que en cierta forma ha generado una resiliencia con la cual han logrado resistir el desgaste en la capacidad de respuesta dado los acontecimientos, pero mantienen la esperanza y el optimismo ideológico de aquella frase que dice: “lo que quiero para mis hijos, lo quiero para mi pueblo”.
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