Próceres: Ni santos, ni demonios
(Extracto de mi libro Siglo XX Panamá: Odisea Descolonial
Miguel Montiel-Guevara
(…) Eliminado Victoriano Lorenzo del escenario político quedó el camino expedito para que los intereses coaligados de los grupos económicos hegemónicos en el Istmo se materializaran, intereses que comprendían la separación del Departamento del Istmo de su unión a Colombia y posibilitar así la negociación con Estados Unidos interesado en la construcción de un canal interoceánico. Confluencia de intereses de lado y lado. De la clase hegemónica panameña y de la clase hegemónica estadounidense del capitalismo en expansión. Intereses económicos y políticos que hicieron posible la separación de Panamá de Colombia y el nacimiento de la primera República de Panamá el 3 de noviembre de 1903. Esta es la verdad factual histórica.
Tan trascendental acontecimiento histórico generó una controversia durante décadas del pasado siglo XX acerca de su legitimidad, controversia que todavía sostienen algunas personas en este siglo XXI. Entre ellas el sociólogo Olmedo Beluche, a quien conozco personalmente, hombre progresista luchador de causas sociales. Es un duro crítico de la independencia del 3 de noviembre de 1903. Otro detractor de la separación es Ovidio Díaz Espino, abogado panameño de Wall Street. No lo conozco y ciertamente no tengo ningún interés en hacerlo. Con fin didáctico abordó el tópico dándolo a la vez por terminado. Verdad es que corrieron riesgo de muerte y ruina si la conspiración separatista hubiese fracasado. El siguiente texto es altamente ilustrativo al respecto:
COLOMBIA-SENADO SECRETATRÍA NÚMERO 87
Bogotá, agosto de 1904
Sr. D. JUAN B. PÉREZ Y SOTO
Me es grato trasmitir a V. La siguiente Proposición aprobada hoy en el Senado por unanimidad:
“El Senado de la República estimando en su alto valor la conducta abnegada, digna y levantada de los ciudadanos Juan B. Pérez y Soto, Oscar Terán, Ángel María Herrera, Alejandro Orillac, nacidos en el Istmo de Panamá, en la dolorosa emergencia de separarse aquella privilegiada región, por medio de la traición, la venalidad y la perfidia, de la común nacionalidad. LOS DECLARA HIJOS BENEMÉRITOS DE LA PATRIA COLOMBIANA, así como a todos aquellos istmeños, desconocidos del Senado, que se encuentren en idéntico caso. Comuníquese a cada uno de los ciudadanos citados y publíquese”.
Con sentimientos de profunda consideración me suscribo de usted obsecuente servidor.
Víctor Vallarino
(Montiel Guevara, Miguel. 2013)
Es natural que a quienes llevaron a cabo las acciones separatistas los llamaran próceres de la independencia. Es la versión heroica. La otra es la llamada leyenda negra según la cual la República de Panamá es una creación de Estados Unidos. Soy categórico al respecto: La independencia misma no tuvo carácter de revolución cruenta, sangrienta. Sin embargo, aquellos conspiradores no dejan de ser quienes nos dieron el Estado Nacional, no Federal ni Asociado estilo Puerto Rico, sino lo que se llamó y llama República de Panamá.
No hay la menor duda que en aquellas circunstancias de sangrienta guerra civil entre liberales y conservadores, con el conflicto bélico a favor de las huestes conservadoras centralistas, de haber fracasado la conspiración los propulsores panameños del rompimiento de la unión a Colombia hubiesen sido considerados traidores y fusilados como tales, dado el calificativo que dieron a los conspiradores según se lee y desprende lógicamente del documento del Senado de Colombia que hemos visto. Además, todas sus propiedades les habrían sido confiscadas. Ningún hecho histórico puede ser validado fuera de su contexto puesto que pierde toda objetividad de análisis. Ni santos ni demonios. Así los califiqué en un discurso que pronuncié el 3 de noviembre de 1981 en el tradicional acto de la izada de la bandera en los predios universitarios, publicado el 10 de noviembre siguiente en el diario Matutino. Cito algunos párrafos al respecto:
Señoras y señores: Hoy 3 de noviembre de 1981la Universidad de Panamá se congrega para conmemorar oficialmente un aniversario más, el septuagésimo octavo, de los acontecimientos históricos que llevaron a este país, a esta nación, a convertirse en un moderno Estado republicano.
De aquellos eventos la historiografía panameña ha dado cuenta más que suficiente… Una tendencia histórica inicial llegó en su interpretación de aquellos hechos históricos casi que a canonizar a los hombres que intervinieron en la gesta patriótica. De pronto ya no eran próceres sino santos.
En la otra orilla, y como reacción directa a esta tendencia beatificante surgió otra interpretación que hacía de esos mismos próceres no santos sino demonios. No eran merecedores de ningún respeto, ni agradecimiento por parte de sus coterráneos. Todo lo contrario, para ellos los peores calificativos, los peores adjetivos. Desde vende patria hasta traidores.
Ni santos ni demonios. Ambas interpretaciones perdían de vista el contexto histórico… La razón dialéctica vino a precisar las cosas (…)
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