Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Por casi cinco años, el gobierno de EE.UU. no asignó embajador en Panamá. Sus asuntos fueron asignados a encargados de negocios, cuatro de ellos que, de manera reiterada y cada vez más grosera osaron entrometerse cotidianamente en asuntos internos de nuestro país, violentando la conducta propia de un diplomático de un país “amigo”.
El intervencionismo rampante y continuo, ha sido la moneda de curso corriente que ha prevalecido en las relaciones de USA y Panamá en los últimos 32 años, después de la cruel y criminal invasión norteamericana del 20 de diciembre de 1989.
Ahora el Senado norteamericano acaba de aprobar o confirmar el nombramiento de Mari Carmen Aponte, una portorriqueña que ha hecho carrera en el servicio exterior norteamericano y ahora asignada como nueva Embajadora de Estados Unidos en Panamá.
Hoy 1 de octubre de 2022, celebramos los panameños 43 años de haber izado la bandera nacional en el Cerro Ancón, esa que estuvo ausente por más de tres cuartos de siglo en el lugar señero, porque había aquí, en este nuestro territorio, una colonia norteamericana llamada Zona del Canal que, afortunadamente la lucha heroica del pueblo panameño, de sus mártires y héroes, la gran solidaridad internacional de los pueblos del mundo con nuestra causa y la altura de estadistas de Omar Torrijos Y Jimmy Carter, permitieron resolver ese conflicto histórico por la vía de los tratados Torrijos Carter del 7 de septiembre de 1977.
Solicitamos encarecida y respetuosamente a la nueva señora embajadora que, no persista en el camino del irrespeto a la dignidad de nuestro país, a su soberanía y ojalá que, su gestión contribuya a elevar una relación dentro del decoro y el mutuo respeto, de modo que, las relaciones empiecen a andar por el camino de construir respetuosas relaciones que deben edificar los dos países, sobre la base del respeto al derecho internacional y a la autodeterminación de nuestros pueblos.
¡Así de sencilla es la cosa!
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