Victoriano Rodríguez Santos
diostesalvepanama@yahoo.com
El hambre azota Señor Presidente Laurentino Cortizo. Las consecuencias pudieran ser desastrosas. Los políticos se apoderan de la voluntad popular, del presupuesto Estatal, de la riqueza nacional. El pensar es un mito, el hablar una aberración y el actuar, desprecio, persecución, acoso y hasta sanción.Nos avecinan tiempos de hambre, de enfermedades. El desempleo se profundiza por falta de políticas públicas. Los medicamentos son incomprables, mientras se vislumbra la pretensión de arruinar la Caja de Seguro Social. Los jóvenes desconocen de luchas sociales. Los niños nacen casi idiotizados con un celular en sus manitas, sin considerar el daño mental y locomotor a esas criaturas.
Las mujeres prostituyen su mente con absurdas novelas que pasaron de románticas a acción y hoy a trata de personas, droga, secuestros, infidelidad y parejas del mismo sexo, en fin distorsionan la sanidad mental. El pensamiento y actuar de la juventud lo oscurecen con los altos niveles de confusión. Los padres descuidan sus hijos que claman por atención, alimento, orientación y amor.
No estamos perdiendo la guerra. Estamos perdiendo la vida, el amor, la humanización. Cada vez -en los hogares- hay menos niños y los existentes no tienen respeto por sus padres, menos por abuelos y vecinos. ¿Qué está sucediendo a nuestra sociedad? ¿Acaso somos irreverentes ante tanta indiferencia?
Para ser corrupto, no se necesita ser político, ¡pero como ayuda! En cada nueva elección surgen más corruptos, anti patrias, a cualquier nivel. Nos faltan líderes visionarios como Lee Kuan Yew, en Singapur, José (Pepe) Mujica en Uruguay, Nayib Bukele en el Salvador y Omar Torrijos en Panamá.
Falta dejar los pantalones cortos, abandonar la coquetería con los corruptos -que manejan el país desde sus oficinas privadas-. Nos faltan estadistas, no “mangoneros” ni mensajeros de los económicamente potentados ni gobiernos extranjeros.
Se tienen que implementar leyes anticorrupción -que no prescriban-, que impidan el beneficio de casa por cárcel para corruptos; por el contrario, asegurarles cárcel por casa, porque el daño colateral hecho a la población es entre 10 y mil veces mayor al esperado en situaciones sin corrupción. “En Panamá no nos faltan recursos, nos sobran ladrones.”
Se está haciendo un daño excesivo a la sociedad, procurando imponer situaciones, condiciones, deseos o aberraciones de unas cuantas personas que no llegan al 1% de la población, por lo menos en Panamá.
Como población, como País debemos defender, la vida natural, la procreación, con el impulso de políticos estadistas, no de posibles pedófilos reprimidos o distorsionados mentales. La pedofilia mental la realizan algunos políticos a través de los cargos que ejercen, algunos siguiendo líneas de pensamiento y acción de organismos internacionales, de los cuales ya Panamá debió haber renunciado, por responsabilidad, principios, transparencia, respeto al pueblo y dignidad (soy o no soy).
Se tiene que promover una civilización segura, de amor a la familia natural, la identidad sexual, la cultura de la vida y combatir los lobby LGBT, la ideología de género. Impedir legalizar la unión de personas del mismo sexo y prohibir la adopción de niños, así como desconocer cualquier pareja que llegue a nuestro territorio nacional bajo parámetros de países en decadencia de ideología de familiar natural.
Por lograr empréstitos internacionales, donde endeudan más al País, permiten injerencia sobre ideología de género que coarta el desarrollo de la vida natural, inspirada por Dios y otorgada por la naturaleza, porque las parejas del mismo sexo no pueden procrear.
Para ello requerimos de diputados y políticos que defiendan la vida, naturalmente definidos o que en su defecto respeten nuestra cultura y la creación divina (macho o hembra, hombre o mujer), así como gobernantes que se atrevan a pensar con pantalones largos. Igualmente, tomar las decisiones que les corresponda de acuerdo al pensamiento de su población y los compromisos adquiridos en campaña. Se ha perdido la estrella de la educación, se está perdiendo la esperanza y hasta la salud, Señor Presidente. Dios te salve, Panamá.
Economista, educador, humanista.
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