Por Ramiro Guerra M.
Abogado y cientista político.
Degradación moral al extremo, en las campañas electorales antes de 1968.
No solamente por la edad, sino por vender periódicos, nos percatamos, que no había reputación, que nadie se salvará de ataques degradable.El pueblo, presa de un aberrante clientelismo, como paquín de crónica roja, se enteraban de todos los bochinches que sobre determinados candidatos y familia, salían del club Unión, en aquel tiempo y hoy también, centro de reunión de los clanes de la oligarquía.
La agarraron, decía el titular de un periódico. La esposa de un rabiblanco, saliendo de una pensión de mala muerte …
A un rico de la época, a diario le sacaban imagines, vestido de mujer y otras veces con la forma de un ave con su rostro.
Los clanes de la oligarquía, entre ellos se tiraban a matar.
La sabiduría popular, hizo de esos desmanes, chistes pero que en realidad traducían la realidad de los gobernantes de la época.
Por ejemplo, a uno le pusieron el nombre de él Sembrador de escuela; a otro constructor de ríos. Prometía puentes y hasta hacer el río.
En esa época, vendían una revista que se llamaba 18. Me imagino por contar lo de vida ajena. Allí le sacaban la mugre a sus adversarios de la misma clase.
Existían muchos periódicos. Las diversas fracciones de la oligarquía, tenían su periódico. Los dimes que te diré, constituían el pan diario de todo tipo de injuria y calumnia. Recuerdo, los periódicos como la Hora, el Extra, el Día, la Prensa, la revista 18, diario la Crítica y otros.
Para la época, la lucha encarnizada entre actores de la misma clase, daba indicios claros de la franca decadencia moral del poder económico.
La lucha por el poder, se redujo a ganar el poder para robar y enriquecerse. El poder dejó de ser un servicio honroso, para convertirse en un negocio signado por el atraco.
Grandes fortunas de hoy de las familias adineradas, tuvo su origen y fuente, en el robo y saqueo de los dineros y recursos del estado.
Hoy observamos, que esas formas de hacer política y gobernar, muestran indicios que existe el peligro de volver por esos caminos andados.
Sintetizando, el clientelismo y la política sucia, fue un invento de los clanes de la oligarquía.
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