Cuando oí la noticia esta mañana, lo primero que pensé fue: cuántos artículos sobre el suicidio de un pastor tendré que escribir? Anoche el Pastor Darrin Patrick de tan sólo 49 años y fundador de la mega iglesia The Journey en Missouri, se quitó la vida.
Muy conocido en el ambiente de los pastores jóvenes de iglesias prominentes, Patrick era un pastor bautista que actualmente servía como “Teaching Pastor” de la iglesia multisitio Seacoast Church en Carolina el Sur. Reconocido conferencista, autor y maestro se encontraba muy activo otra vez luego de estar 3 años retirado del ministerio al salir de la iglesia The Journey.
Pastor y mentor de muchos ministros de su generación, Patrick había declarado en un entrevista reciente, que él llegó a ser “parte de un grupo de pastores jóvenes que de pronto se convirtieron en celebridades, publicando libros, dando conferencias, adquiriendo mucha fama y dinero con muy poca madurez espiritual. Esa es una receta para el desastre”, confesó. “Yo estaba gastando una gran cantidad de energía creando y sosteniendo mi imagen en lugar de cuidar mi alma. Yo quería influenciar a muchas personas con el evangelio, para eso tenía que ser conocido en las redes sociales, dar conferencias y todo eso. Me concentré en eso, me alejé de mis amigos y me aislé. Fue el principio del fin.” Luego de perder su iglesia en Missouri, el Pr. Patrick empezó un proceso de recuperación bastante exitoso poniéndolo de nuevo en un ministerio creciente y activo. Hasta que un disparo autoinfligido acabó con su vida ayer.
Hace tan solo unos meses escribí sobre el suicidio del Pastor Jarrid Wilson, un joven pastor de una iglesia grande en California y conocido activista por la salud mental y prevención de la depresión y el suicidio. Escribí sobre ese impactante caso bajo el título “HERIR AL PASTOR” . Abajo les dejare el link. Un año antes escribí la que sería mi nota más leída y compartida de todos los tiempos. Se llamó “CURAS EN EL MONASTERIO” y se refería al suicidio de otro pastor joven y exitoso, Andrew Stoecklein de la ciudad de Chino, California.
Creo que hay un mensaje que no estamos escuchando. Los pastores también son personas y también necesitan ayuda. A la gente no le gusta oír eso. Más le gusta ver al pastor como un especie de superhéroe, fuerte, sabio y más allá de toda prueba y tentación. No sé de dónde sacamos es ideal porque en la Biblia no hay pastores así. Exceptuando a nuestro Señor Jesucristo, todos los grandes personajes bíblicos fueron hombres con luces y sombras, fortalezas y debilidades. Por muchos años, en la Escuela Dominical enseñamos sólo las cosas buenas de ellos. Fue cuando crecí en edad y en conocimiento bíblico que me di cuenta que Abraham había mentido, Jacob había robado, Moisés había cometido homicidio, David había adulterado, Salomón había estado con mil mujeres, Elías tuvo depresión y deseó morirse y Jonás desobedeció. Sólo por mencionar algunos. La pregunta es por qué Dios prefirió dejar también en la Escritura las páginas más oscuras de nuestros héroes favoritos? La respuesta es obvia, pero no nos gusta demasiado: para demostrar que ellos eran seres humanos como nosotros y para que aprendamos de sus victorias y sobretodo, de sus derrotas.
Debido a que idealizamos a los pastores, no los cuidamos. Tampoco cuidamos a nuestros maestros, artistas, escritores y líderes sociales. Nos nutrimos de ellos pero damos por sentado que ellos no nos necesitan. Es más, creemos que ellos tienen todo. Y hasta desearíamos vivir sus vidas! Pero es una fantasía. Satanás se dio cuenta de esto muy rápido y acusó a Job de que adoraba a Dios porque Dios lo tenía “rodeado de bendiciones”. Dios permitió que le quitara todo y cuando no tenía más nada, excepto su fe, Job se dio cuenta y lo confesó en el último capítulo, “de oídas de había oído, pero ahora mis ojos te ven”. Hasta Job que aparentemente era “varón recto, perfecto en sus caminos e intachable” tenias sus sombras y debilidades, ocultas debajo de su prosperidad visible.
Qué haríamos si fuera tan fácil encontrar hombres y mujeres perfectos, invencibles, fuertes e indestructibles? También esta respuesta es obvia: quitaremos los ojos del Señor y los pondremos en ellos. “Maldito el hombre que confía en el hombre”, dice la Biblia.
En estos días tan difíciles de pandemia y cuarentena leí un reporte acerca del fuerte estrés y presión mental a que han estado sometidos los pastores con sus iglesias cerradas y sin poder ver o estar con sus feligreses. Aun en tiempos normales el trabajo ministerial es extremadamente demandante y agotador. Trabajar con personas y cuidar de su salud emocional y espiritual es tan estresante como lo es para un doctor cuidar la salud física de sus pacientes. Doctores y pastores siempre han estado en la primera línea de la batalla por la salud de la gente, física y espiritual, emocional y mental. Que el pastorado sea un llamado no le resta el peso y la carga de responsabilidad que tiene. Algunos personas creen que por ser un “llamado” es algo romántico y fácil de realizar. Por ser un llamado, lo abrazamos con pasión. Pero eso no lo hace más fácil. Hay muchas personas, aun dentro de las iglesias, que hacen “bullying” respecto del trabajo del pastor. Lo subestiman, lo ignoran, lo critican y lo juzgan. Somos el único ejército que en lugar de atacar al enemigo atacamos al líder. Claro, los pastores están entrenados para recordarse a sí mismo cada día que “trabajamos para el Señor”. Mientras tanto acumulan frustración y desencanto por la indiferencia y la falta de apoyo. Por la sobrecarga de trabajo y las altas demandas. Es una olla a presión. “Que se busquen otro trabajo, entonces no es llamado”, se excusan los talibanes de siempre. La olla a presión suele explotar en el momento menos deseado, de la forma menos esperada.
Tengo la dicha de estar en una iglesia que me cuida bien, pero tal vez es la excepción y no la norma. La norma parece ser nutrirse del pastor, aprender de él, recibir de él, contar con él y cuando ya no responda… cambiarlo por otro. El enemigo la tiene fácil a menos que decidamos incluir otro cambio en la nueva normalidad que viene: cuidar mejor a nuestro pastores y pastoras.
Igual que usted y yo, ninguno de los miembros de las iglesias de los pastores muertos, pensaron jamás que su líder y padre espiritual cometería suicidio. Si acaso el enemigo tiene el nombre de su pastor en esa macabra lista, saque a su pastor de ahí a tiempo. Cuide al que vela por su alma. Ore por él, salúdalo de vez en cuando, dígale unas palabras de ánimo, sea agradecido, ayúdalo sin que se lo pida, ámelo genuinamente, no deje que se aísle, que se quede sin amigos, que se vuelva adicto al trabajo, no lo suba al pedestal de la fama pero hónrelo como se merece. Durante la cuarentena los índices de suicidios se han disparado. Nunca debemos subestimar el poder de un pensamiento suicida. En algunos caso es una orden imposible de desobedecer. Es la olla a presión. Doctores y enfermeras se han suicidado, jóvenes y ancianos se han suicidado. Cuando todo pase, recibiremos en la iglesia una ola gigante de personas con síndrome post traumáticos, familias en duelo y personas con depresión y angustia. Si a alguien necesitamos sano es al Pastor.
Cuidemos y cuidemos los unos de los otros.
Andrés Miranda
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