El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Florencio R. Muñoz B.
Magister En Historia De Panamá Y América
Centro Regional Universitario De San Miguelito
Conmemoramos 61 años del heroísmo de nuestro pueblo, cuando arrancamos de nuestro corazón la estaca colonial. Arribamos en medio de las amenazas de los sectores ultraconservadores de Estados Unidos que aspiran reinstalar su feudo colonial, que un mal día, inicios del siglo XX, la cobardía de las castas dominantes, supuestamente nacionales, le permitieron instalarse en nuestro terruño burlando los anhelos de independencia que veníamos avivando desde los tiempos de Urracá, Felipillo, Bayano, Pedro Prestán, Santiago De la Guardia y Victoriano Lorenzo.
Las recientes amenazas imperiales del señor Donald Trump exigen del movimiento social panameño, no solamente, su unidad interna más completa sino también de quienes dirigen el país una política exterior coherente. Es el momento de tener presente que la conquista lograda el 7 de septiembre de 1977 fue el producto, entre otros, de dos factores: nuestra comprensión que la lucha anticolonial y de independencia de otros pueblos no era diferente a la que librábamos los panameños por eliminar el enclave colonial. El apoyo a sus anhelos era ídem al nuestro.
Hoy nuestra responsabilidad internacional es mayor. Ocupamos un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. La lucha de los pueblos, su mirada está centrada en nuestro accionar en ese organismo. No es posible guardar silencio en la masacre que el sionismo israelí acomete contra infantes, mujeres y ancianos palestinos; no es posible que invitemos al régimen ucraniano a establecer una embajada en nuestro territorio en tanto expulsamos a la representación diplomática saharahui; que se brinde audiencia gubernamental a la llamada oposición venezolana que ante la frustración de su derrota electoral, pide la intervención militar estadounidense en su patria, sin importarle las victimas que esa acción pueda ocasionar. El gobierno nacional debe rectificar esa conducta veleidosa que no conduce a respaldar solidariamente la batalla por nuestra soberanía nacional. En el simple leguaje nacional no podemos pedir lo que no brindamos.
La reciente respuesta del presidente Mulino a las atorrantes declaraciones del presidente electo de los Estados Unidos la respaldamos plenamente. Sin embargo, sus palabras tienen que ir acompañadas de acciones que respalden la oralidad de las mismas. “La mejor manera de decir es hacer”. Sugiero, a la Cancillería panameña. como “panameño de a pie”, tiene que construir una verdadera unidad nacional no solamente en torno a los temas de la vía canalera sino en resolver los problemas de la salud, la educación, la vivienda digna para los panameños más desposeídos. Aquí me permito mencionar una expresión del patriota uruguayo José Artigas “los más desposeídos deben ser los más privilegiados”. Honrar la memoria de nuestros héroes mártires es privilegiar con acciones las necesidades de miles de panameños que padecen situaciones que rayan con la marginalidad social. No se trata como lo expresara el general Torrijos de cambiar “amos blancos por amos chocolates”.
Hoy, en este nueve de enero, más allá de las idílicas expresiones nacionalistas, el panameño humilde tiene que sentir que la victoria de nuestra soberanía en la llamada quinta frontera, la eliminación de las bases militare; la administración del Canal; tiene que mejorar sus condiciones humanas por las cuales estregaron sus vidas Ascanio Arosemena, Ovidio Saldaña, los hermanos Cobos, Celestino Villarreta y cientos de panameños y las secuelas fatídica que sufrieron y murió Juan Navas y tantos patriotas. Por ello la decisión de ampliar la cuenca hidrográfica hacia el rio Indio debemos preguntarnos hasta donde cumple tal condición de favorecer a los marginados.
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