Tiempo de definiciones

(fragmento de mi nuevo ensayo)

Por: Gonzalo Delgado Quintero

Se marca al momento de iniciar este escrito (3 de noviembre de 2022), una situación global difícil y peligrosa. Como cadena sinfín, en la concatenación hegeliana de la historia, en medio de un conflicto global no reconocido, pero real, y que los medios de comunicación, al menos de este lado del mundo, tratan ahora, infructuosamente, de invisibilizar, como si se pudiera esconder, después de la avalancha propagandista apabullante que originaron e impusieron al principio.

Ahora, cuando ya se develan verdades escondidas,  obliga a quienes tienen las facultades de escribir o de hablar, hacerlo de manera responsable y con la sensatez activa de pensar con claridad en medio de la bruma ideológica en la que aún nos tratan de envolver los promotores iracundos y demenciales de la guerra.

El final debe ser solo uno. La paz del mundo es urgente. No hay otro camino para la subsistencia de la especie humana. El conflicto actual en Ucrania es solo el teatro; en las butacas, expectante, observa una pequeña parte, mientras que el resto del mundo camina ignorante, apenas atisbado con esporádicos chispazos lanzados por las redes, del resultado de la sinrazón. Es la persistencia de la voraz expansión imperial que ha iniciado la toma mundial definitiva.

Este es el criterio del supra poder invisible que  busca la instalación de un gobierno global unipolarizado y que para los efectos, Rusia y China que apuestan por un mundo multipolar,  son solo un objetivo estratégico y, por tanto, en la cosmovisión bilderbergiana, controladora del sistema que defienden con la OTAN, “es necesario”, para ellos, destruir los sistemas y gobiernos de estos países y colocar en ellos, gobernantes dóciles que graviten alrededor de sus intereses que se sostienen robándose, apropiándose y manteniendo el control de los recursos energéticos y en  sus modos y formas de producción y reproducción, sustentados en el sistema financiero especulativo.

Este criterio es un peligro para la paz mundial, y no se trata de una lucha ideológica propiamente dicha, aunque siempre lo sea. En este momento es, más bien, una lucha de modelos que además de perverso, lo tratan de imponer. Este sistema no es en esencia productivo, es eso sí, especulativo; pero todo es parte del mismo sistema capitalista. Por ello, imponer la supremacía del neoliberalismo sobre el capitalismo productivo agroindustrial en este momento, es llevar al planeta camino a una hambruna apocalíptica.

Pero cuál debe ser nuestra idea ante este escenario de conflictos, pasadas ya, más de tres décadas, cuando los efectos de la decadencia de este modelo nefasto (neoliberal) son evidentes. Es por ello, que no sorprende que, en el mundo entero, se haya creado una especie de resistencia general de los pueblos. Y es que asistimos; mejor dicho, ya estamos en el portal de la casa de las definiciones. En este momento, hay más de 50 guerras y conflictos armados en diversos países del mundo; algunos de ellos, con décadas de enfrentamientos y todos indistintamente de lo que se diga, son por las mismas razones.

En América, aunque se han superado en gran medida conflictos históricos como los de Centro y Sur América, también se está caminando hacia metas definitivas con rumbos propios, casi a la fuerza, pero deshaciéndose cadenas ancestrales. Una América Latina que marcha de manera perfectible, pero con pendones propios. Quizás manteniendo ciertas estructuras viejas y ruinosas, pero que de a poco van cediendo, ante incuestionables verdades que se están edificando. Quizás por eso es que se incrementan gobiernos declarados progresistas y de izquierdas y aunque difícil es la administración de sus países sobre bases capitalistas anquilosadas, ya su presencia de por sí, es un avance importante para sus respectivos pueblos y en conjunto para nuestra Latinoamérica. Que Panamá no se queda atrás.

El autor es periodista y escritor

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