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Una diplomacia prudente y preventiva

Roberto Montañez es diplomático de carrera, estudioso del Derecho Internacional y un experto de las relaciones internacionales el cual ha representado a Panamá en distintos eventos internacionales, preparado ponencias y ha ejercido la representación diplomática de Panamá en varios países. Sus valiosas observaciones la ponemos al alcance de usted, amable lector, para enriquecer el debate académico de la actual situación de nuestra política exterior, para lograr que enderecemos nuestras naves en la dirección correcta en donde podamos preservar eficientemente los intereses del pueblo panameño.

Por: Roberto Montañez

 

La personalidad internacional de Panamá, un pequeño país, que tuvo la determinación de librar una lucha generacional sostenida en su diplomacia para perfeccionar su soberanía, mediatizada a perpetuidad por la Convención Ístmica de 1903. Sin embargo, bajo el liderazgo y visión del General Omar Torrijos, Panamá internacionalizó sus reivindicaciones soberanas erradicando, mediante negociaciones, la quinta frontera con la devolución del Canal a la jurisdicción nacional, lo que ha permitido proyectar su estatura de nación próspera y soberana.

Nos enfrentamos al hecho, que Panamá asumirá un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a partir del próximo año, lo cual implica asumir una posición comprometida con los propósitos y principios de la Carta Fundamental, que en su artículo 1: Mantener la paz y la seguridad internacionales, prevenir y eliminar amenazas a la paz, suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias internacionales.

Además de fomentar relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos para fortalecer la paz universal. Procurar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión; y armonizar los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes.

Tomar partido en favor de uno de los contendientes de un conflicto internacional significa mandar señales de parcialidad las que no contribuyen a la imagen de un país con tradición diplomática preventiva de promover soluciones y el respeto a la no injerencia en los asuntos internos de otros países, en particular con los que compartimos relaciones armoniosas.

Panamá debe recomponer su política exterior absteniéndose de emitir declaraciones que puedan agravar las tensiones internacionales, reduciendo la retórica emocional, actuando con prudencia, racionalidad negociadora y firmeza, mientras se abren espacios a la diplomacia preventiva para que haga su trabajo.

Las declaraciones sesgadas sobre conflictos internacionales, menoscaban la condición de Estado independiente y neutral de Panamá, y podrían convertir al país en un objetivo de represalias. Es menester valorar en su verdadera dimensión la importancia de las relaciones en el orden diplomático, en el que no pueden soslayarse acuerdos internacionales que salvaguardan la convivencia internacional.

En diplomacia cuenta  la voluntad política para generar confianza en el propósito de conciliar los principios con los intereses. No cerremos las avenidas diplomáticas a la prevención de conflictos regionales y mundiales

Las rectificaciones siempre son oportunas como acciones para controlar el daño, en momentos en que las relaciones internacionales reclaman con urgencia del mutuo respeto.  Por tanto, nuestra cancillería y sus representantes en tribunas como la ONU y la OEA deben esforzarse en bajar las tensiones delineando estrategias en el respeto mutuo para situar en un plano armonioso sus tradicionales relaciones internacionales.

La diplomacia es un arte de lo posible, donde se expone la hostilidad con cortesía, la indiferencia con interés, las buenas intenciones ante la desconfianza y la amistad con prudencia.

Desde la tribuna de Naciones Unidas como miembro no permanente del Consejo de Seguridad tenemos que conducirnos con imparcialidad contribuyendo al clima de confianza poniendo en valor las relaciones internacionales en la estricta reciprocidad. Panamá tiene identidad propia, por tanto, debe exigir pleno respeto como parte de una comunidad organizada con derechos y obligaciones.

Inspirados en el principio de igualdad jurídica de los Estados, Panamá está obligada a buscar entendimientos en sus relaciones contemporáneas de grandes desafíos, sin alinearse con sesgos ideológicos a las agendas guerreristas de otros países, abogando por soluciones pacíficas y la cooperación multilateral en la prosperidad social y económica de los pueblos.

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El Periódico de Panamá. Revista de Análisis, Político, Económico, Social y Cultural.

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