Por: José Dídimo Escobar Samaniego
En Daniel 12:4, está escrito que en los últimos tiempos aumentará la ciencia. Dentro de 5 años, un alto porcentaje del parque de vehículos a motor, serán sustituidos por los movidos por electricidad. El transporte de pasajeros por avión verá nuevas formas más veloces, más baratas y seguras.Las comunicaciones sorprenderán. Una video llamada costará lo mismo que una solo de voz y con una nitidez tremenda. Las velocidades de trasmisión de data serán cien veces más rápidas que la actual. La televisión por internet será de una calidad impresionante, con video en vivo y un costo menos de la mitad del actual. La capacidad de memoria y velocidad de procesadores será por lo menos cinco veces más que la actual.
Los sistemas de seguridad por control remoto estarán a disposición de las personas. Las personas podrán tener acceso a bajos costos de tecnología 8k en variedades de equipos de video que permitirán interactuar los ciudadanos con las plantas televisoras y las radios.
Hoy día existen a disposición de la industria digital, las comunicaciones y la industria médica, materiales novedosos como el Grafeno, pegamento molecular, tejido cerámico, repelente de gérmenes, el siliceno y otros materiales que se desarrollan en laboratorios de países desarrollados que generarán una verdadera revolución sorprendente en solo cinco años.
Las construcciones de infraestructuras de dimensiones sorprendentes estarán basadas en un nuevo cemento que utilizará bacterias y agua para corregirse y restaurarse. Se incorporarán materiales y minerales nuevos conseguidos en meteoritos, la luna y otros planetas con lo cual empieza una carrera de conquista y colonización exterior al planeta tierra, sin precedentes.
El uso de la inteligencia artificial y sus aplicaciones sorprenderán al mundo de hoy. No obstante, no van aparejados los valores y principios con el avance tecnológico y se abrirá una brecha importante que cuestionará la bioética.
Cuando luchábamos por la soberanía nacional en la década del 70, leí un libro de Alvin Toffler que se llamaba el “Shock del futuro”. Allí el autor anunciaba que el cambio tecnológico que venía, era de tal naturaleza que; generaría una parálisis en muchas personas que no estaban preparadas para semejante cambio. No obstante, lo que se avecina es simplemente muchas veces lo que ese adelantado autor, pudo imaginar hace casi 50 años.
La revolución tecnológica no para, sin embargo, las relaciones económico-sociales, de opresión y de condena a millones de marginales a una vida paupérrima, no parece estar en la agenda de los efectos positivos que debe traer consigo esta revolución, porque quienes tienen los medios para el desarrollo de la ciencia, no tienen compromiso en la misma proporción con la dignidad humana, sino que centran sus energías en la acumulación de bienes y medios.
Jesucristo lo dijo en Lucas 12:15: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”
¡Así de sencilla es la cosa!
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