Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Hay quienes escriben con una pluma diletante y otros que fríamente lo hacen para adormecer las conciencias, para enredarlas y confundirlas y nada de esto se hace inconscientemente.
Yo he tratado, desde que aprendí a escribir las volantes que llamaban en la secundaria, a mis condiscípulos a la lucha por la soberanía y la dignidad nacional a que, mi pluma fuera un instrumento de libertad y su accionar estuviera comprometida con el rescate de la verdad y la dignidad humana.
Dentro del hermoso hogar que Dios me regaló, se cultivó el respeto, la honestidad, el trabajo y no éramos perfectos, pero se estimó la superación de cada uno de nosotros para terminar siendo útiles y no carga para la sociedad.
Desde muy pequeño, mi corazón y mi alma abrazaron el amor por la justicia, revoleteó en mi ser un anhelo muy grande por la libertad y la soberanía, tal vez porque era muy duro saber que en el mero corazón de nuestro territorio había instalada una bandera que no era la nuestra, autoridades extrañas con una ley aún más ajena, policía extranjera, cárcel extranjera donde fueron a parar muchos panameños por míseras faltas en su propia casa, finalmente un gobernador que mandaba más que nuestros gobiernos y una presencia militar extranjera que ahogaba en sangre, cualquier intento, como en enero de 1964 en que nuestros jóvenes y estudiantes intentaron que nuestra bandera ondeará como soberana en la Zona del Canal.
Lo que se alojó en mi corazón, salió después por mi boca y también por mi pluma, pero como dijo un escritor latinoamericano, no bajó nunca hasta mi vientre, como en los políticos profesionales y tradicionales que hoy ejercen el oficio, no movidos por servir, sino por servirse, como escribió recientemente la periodista panameña Rekha Chandiramani; y son sin duda, coautores con los poderes económicos, del extravío de la nación y de la pérdida de nuestro patrimonio y dignidad.
Mi pluma está comprometida, con esos mismos principios que abracé en mi juventud y con el pasar del tiempo y después conocer a nuestro Señor, ahora son más firmes mis convicciones y mi Fe.
La pluma debe siempre ser de una suprema utilidad y debemos procurar que siempre esté del lado de la justicia, de los débiles y jamás de quienes pretenden comprar o alquilar sus servicios, como ha ocurrido pareciera, con un grupo de jóvenes desenfocados que se presentan como jueces, pero se les olvida que quien los financia y los patrocina, tiene un sendero de despropósito y en esta hora y desde hace mucho rato, le roban en la oscuridad a la nación y a todos los panameños y le sacan a nuestra tierra, desde sus entrañas, todo lo que tenga valor y al país le queda solo el destrozo y la violencia que genera la injusticia.
¡Así de sencilla es la cosa!
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