Por Ramiro Guerra M. Abogado y cientista político.
Venerando era una mezcla de obrero y campesino. Estar sin oficio para él era un dolor de cabeza y altamente deshonroso. Era parte de su recia personalidad, pero más de responsabilidad con su descendencia.Trabajó en las fincas bananeras de la United Fruit Company. Me tocó estar algunos días en la finca Bogaboni, Higueron, Palmito y finca 101. En todos esos lugares trabajó como obrero. Emigró hacia Gariché, Bugaba y allí libraba batalla con la tierra para hacerla producir. Un tiempo después emigró hacia Palo Blanco, sus costas en el distrito del Barú. Era experto con hacha en mano, tumbando árboles para hacerla leña para su venta. Un trabajo duro.
Después de algún tiempo terminó en Manaca Civil. En este lugar, si acaso en una pequeña parcela, se dedicó a la agricultura de subsistencia. En un ambiente de muchas necesidades existenciales. Hasta que, un día decidió seguirle los pasos a su cuñado, Agapito Cervantes y con toda la mica al hombro decidió viajar a Chorrera.
En estas cruzadas Venerando, tuvo como mejor aliada a Esther María Morales, mi madre; ella no negaba cuartel de lucha.
En Matuna de Chorrera, igual, mi padre la buscaba a como diera lugar. Una vez me tocó acompañarlo a una finca productora de huevos de los Toledanos. Estaba lejos y como no teníamos para el pasaje, lo hicimos caminando. Pagaban 15 centavo la hora. Otra vez caminamos hacia la fábrica de mosaico Maribel. Caminando ida y vuelta. Yo sudaba la gota gorda y él tranquilo.
Lo que más me impactó, verlo en Matuna, perforar la tierra a base de pala y pico, para hacer un pozo. Que bellaquera esa.
Seguramente como Venerando, muchos hombres que libraron batallas a base del trabajo para salir adelante. Dios lo tenga en la gloria.
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