Por: José Dídimo Escobar Samaniego
15 de septiembre de 1938, El Dr. Harmodio Arias M. adquiere de Nelson Rounsevell la mayoría de acciones de «The Panama American Publishing Company, Inc.» y asume inmediatamente la presidencia y administración de la empresa. No hay duda del aporte de Harmodio Arias en todo el periodo de la lucha en la Segunda Guerra Mundial.
En 1968, los hijos de Harmodio se comprometieron hasta el fondo en la lucha electoral y pidieron un préstamo al Chase Manhattan Bank que no pudieron honrar y por tanto el Banco abrió la acción legal de un proceso de Quiebra y remate de los bienes de la Editora Panamá América por insolvencia de Pago y vencimiento del crédito.
El Gerente General del Chase Manhattan Bank en Panamá en ese entonces era; Luis H. Moreno, que afortunadamente está vivo y goza de buena salud y su testimonio sería de la mayor importancia.
Al desarrollarse el proceso legal del remate legal y la declaratoria de la quiebra de la Editora Panamá América, representaba, no sólo la desaparición de los periódicos que patrocinaba, sino, además, la liquidación de los trabajadores que muchos desde hacían décadas trabajaban en esa empresa y ahora quedaban en la orfandad, porque no existían en esa época el crédito laboral privilegiado, eso fue una figura que por esa experiencia singular, Torrijos introdujo con el Código de trabajo en 1972, y por tanto lo poco que había en ese momento, cubriría solo parte de la deuda bancaria que tenía la más alta prelación. Era a todas luces una catástrofe para muchas familias y para el país, producida por un manejo irresponsable y altamente riesgoso de quienes apostaron y jugaron a la toma del poder político para poder reflotar a esa empresa en 1968.
Ante el hecho de la quiebra y el remate que generaba desasosiego e inestabilidad laboral a cientos de trabajadores que fueron abandonados por los dueños de la empresa, Omar Torrijos Herrera como líder de la revolución, al tener noticia de la catástrofe que venía encima, le ofrece al presidente del Banco Chase Manhattan Bank, propietario de los derechos crediticios sobre la editorial insoluta, pagar la deuda y asumir a los trabajadores guindados, recontratarlos y reconocerles continuidad laboral en una nueva empresa, esta vez Estatal, que se denominó Editora Renovación, S.A. y que produciría tres diarios, La Crítica y Matutino en la mañana y la República en el turno vespertino y dominical.
He visto la foto en donde el Gerente del Chase Manhattan Bank de Panamá recibe el Cheque que cancela la deuda insoluta del Panamá América y resuelta la deuda, la familia Arias se libró de las consecuencias jurídicas altamente onerosas de la quiebra que no podían evitar, sino por la salida generosa que ofreció Torrijos.
El discurso de los Arias en el extranjero y luego localmente, era que la dictadura militar les había despojado su editorial, ocultando convenientemente la verdad.
El asunto no fuera a mayores, sino que con la invasión del 20 de diciembre de 1989 e instalado el Gobierno de Endara, Arias Calderón y Billy Ford, la familia Arias, con el apoyo del régimen de la invasión y el propio ejército norteamericano, toma por asalto y se apropia de ERSA y ensaya el discurso de reclamar todos los bienes de Editora Renovación que habían sido pagados por el Estado al Chase en 1970 y cuya maquinaria había sido renovada casi en su totalidad, porque el equipo del 1969 era absolutamente obsoleto (Linotipo) y por tanto fue renovado en su totalidad hasta convertirlo en diarios computarizados del Estado y todas estas operaciones tenían fundamento constitucional. Para lograrlo, el gobierno de Endara decide devolverle la empresa y no sólo ese arbitrario exabrupto, sino que le concede una suma millonaria de indemnización y asume, además, como Estado, el pago de todas las prestaciones laborales acumuladas.
El pago del pasivo Laboral acumulado de los trabajadores de ERSA, que venían desde que Harmodio Arias era el director, fue aprobado en la Ley 11 de 1993 y posteriormente modificada por la Ley 19 del 3 de junio de 1999 y publicada en la Gaceta 23,811 del 4 de junio de 1999. Recuerdo muy bien, porque yo era el subsecretario de la Asamblea en 1999 y esa ley se hizo para reconocerle a los trabajadores el derecho a percibir los salarios caídos desde el 20 de diciembre en que cesaron los pagos hasta la aprobación de la ley que le regaló a los Arias, Editora Renovación, S. A. que era del Estado, en 1993. A los empresarios se les regaló alegre y arbitrariamente, la empresa, se les dio una suma multimillonaria de indemnización(sic) y además se les eximió del pago de los pasivos laborales, habiendo perdido en derecho todo lo que políticamente y cometiendo una forma de peculado, el gobierno de ese entonces decidió arbitrariamente otorgarles.
En esa operación se le causó una lesión patrimonial al Estado de más de 50 millones de balboas a cuenta de una perfecta mentira que la historia se encargará de aclarar diáfanamente. Fue todo aquello un asalto a mano armada al patrimonio de todos, para beneficiar a un grupo de bribones privilegiados.
Hoy día, esos bienes del Estado, están en manos privadas producto de una transacción oscura que se ventila como un escándalo (Blue Apple) y se ha producido la figura que jurídicamente se conoce como Bien oculto, que se refiere al hecho de que un bien del Estado tiene calidad o estatus jurídico oscuro o incierto, por ejemplo, que esté en manos de particulares, como en efecto ocurre en este caso y que urge al Estado volver a recuperarlos, pues se trata de un bien que es parte del patrimonio de todos los panameños, y debe desarrollarse el estudio de auditoría y contable, del valor presente de todo lo que el Estado tiene derecho a reclamar, además del bien, la recuperación de toda la fortuna que particulares se apropiaron de manera artera y fraudulenta.
En el próximo escrito abordaremos lo que ocurrió en la venta de la familia Arias al Grupo encabezado por Ricardo Martinelli Berrocal y su estado presente en que marcha la investigación judicial, dejando sentado que la empresa llamada Panamá América es de propiedad del pueblo panameño, y debe ser devuelta a su legítimo dueño, tarde o temprano y todos los que se han apropiado de bienes del Estado, deberán regresarlos con los intereses legales correspondientes, además de la responsabilidad penal que les corresponda. Eso es lo que se hace en un país decente.
“No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a conocerse públicamente”. Lucas 8:17
¡Así de sencilla es la cosa!
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